desde nivel B2 / ciencia / reportaje / Raúl de la Flor / ilustración: Rosario Velasco y Joan Sanz

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MENTES DE IDA Y VUELTA

Siéntese y escuche. Ella no tiene la enfermedad de Alois Alzheimer, que murió de un catarro1 mal curado, sino la de Auguste Deter. Su cerebro2 sufre una degeneración irreversible que va a acabar con su vida. Cuando le hagan la autopsia encontrarán lo que encontró Alzheimer en el cerebro de Auguste: la muerte de las neuronas que la definen como ser humano y la aparición de las placas3 y marañas4 de proteínas tan características de esta enfermedad.

Esta degeneración neuronal es la que nos permite afirmar que su trastorno5 mental tiene una base orgánica y no psicológica. Han pasado más de cien años del crucial descubrimiento del doctor Alzheimer y tenemos bastante claro cuál será el curso de esta enfermedad para la que aún no se ha encontrado terapia alguna. Y no es por falta de mercado: es la sexta causa de muerte en países ricos, y afecta al 7% de los que pasan de 65 años y al 40% de los que pasan de 80. Aunque no hay tratamiento6, sí podemos conseguir que lo que le queda a ella de vida sea lo más agradable posible. Para ello, necesita estar preparado y entender en qué estado se encuentra el cerebro de su mujer y qué cambios van a ocurrir en su comportamiento.

Los resultados de la resonancia magnética nuclear indican que existe una drástica reducción en el volumen de materia gris7 de unas zonas muy determinadas de la corteza cerebral.8 Hay una degeneración de estas regiones cerebrales que es característica de la enfermedad. Además, el que haya comenzado a perder el sentido del humor9 y que haya dejado de participar en las actividades sociales que antes tanto la estimulaban confirma lo que ya nos temíamos:10 el deterioro11 cognitivo no se ha estabilizado y progresa al ritmo de la degeneración neuronal. Las neuronas van muriendo y, al no poder ser reemplazadas,12 la función que desempeñaban se pierde para siempre.

¿Recuerda cómo empezó todo? Nada preocupante, ¿verdad? Pequeñas pérdidas de memoria, un sentimiento de frustración, bajones de ánimo13 y, lo más notable para los de alrededor, su irritabilidad y estado de conflicto permanente con las personas cercanas. En fin, nada que no le ocurra a cualquier persona que envejece.14 Sin embargo, en aquel momento las neuronas ya habían comenzado a desaparecer. Pero no cualquier tipo de neuronas, sino las encargadas de conectar la información de los sentidos con los circuitos neuronales encargados de la memoria.15 Poco a poco la muerte va a ir alcanzando a otras neuronas que tienen una serie de características en común: son finas, largas, delicadas, las últimas en desarrollarse y recubrirse de la mielina que las sustenta;16 también las últimas en evolucionar y las que nos diferencian de los primates. Por eso hay quien ha descrito esta enfermedad como si fuera un retorno al antropoide, como el Dr. Jekyll transformándose paulatinamente17 en Mr. Hyde. Es una manera terrible de explicar este proceso devastador,18 para ella y para los que la quieren. No se va a transformar en ningún monstruo, pero tampoco le voy a engañar,19 ella va a dejar de ser el ser humano que todos conocían. Y no me refiero solamente a que ya no pueda desempeñar20 su trabajo, que las tareas domésticas se conviertan en una tarea de riesgo para ella o que ya no disfrute de la literatura porque es incapaz de comprender párrafos21 complejos. Va a llegar un momento en que deje de reconocer a la persona que fue. Probablemente, llegue un momento en que ella misma tampoco sea capaz de reconocerle. Se preguntará en quién se irá transformando. Es complejo, pero conociendo qué neuronas van a morir y qué función desempeñan, nos podemos hacer una idea.

Le comenté antes que las neuronas más largas y delgadas son las más vulnerables. Durante el desarrollo del cerebro, estas neuronas son las últimas en recubrirse22 de mielina, que actúa como protección y soporte23 y ayuda a la transmisión del impulso nervioso. Durante los tres primeros años de vida la velocidad con la que las neuronas se recubren de mielina es tremendamente rápida. Esto coincide con la velocidad con la que el cerebro de un bebé es capaz de adquirir una serie de habilidades24 básicas, como es el coordinar la mayoría de sus movimientos, comunicarse de manera elemental y controlar sus esfínteres.25 Este conjunto de habilidades básicas será lo último en deteriorarse por causa de la enfermedad. Y esto es la base de lo que voy a explicarle a continuación. La mente está sufriendo un retorno a la infancia. Igual que fue aprendiendo cuando unas neuronas se conectaban con otras, ahora ella está desaprendiendo a medida que26 mueren sus neuronas. El camino que recorre su mente es el mismo, pero de vuelta. A los cinco años era una personita y a su cerebro solo le quedaba apenas un 10% para completar el proceso de maduración.27 Este proceso, fundamental para el aprendizaje, consiste en conectar adecuadamente unas neuronas con otras y se consolida28 cuando los finos axones de las neuronas se recubren de mielina. El final del proceso de maduración coincide con el comienzo de la edad adulta, cuando ella ya era capaz de manejarse con total autonomía, tener un trabajo, afrontar responsabilidades y tener una vida social activa. Seguro que por aquel entonces ya había planeado su primer viaje, devoraba29 libros y mantenía charlas filosóficas, propias de ese periodo tan excitante de su vida. En ese momento su cerebro estaba formado y era capaz de integrar nueva información sin problemas para seguir aprendiendo, crear su propia biografía y adquirir habilidades sociales complejas. Esto requiere un tipo de neurona muy evolucionada que comunica diferentes partes del cerebro distantes entre sí. Por eso son neuronas largas y, por ser las últimas en recubrirse de mielina, delgadas. Estas neuronas tan delicadas fueron las primeras que se le murieron. Así, desapareció su capacidad de integrar30 nueva información sensorial en los circuitos de la memoria. Seguro que por aquel entonces esos pequeños despistes31 se fueron haciendo cada vez más molestos, sobre todo para su propia autoestima.32 Probablemente esta frustración fue lo que precipitó33 la depresión y el mal genio34 que comenzó a deteriorar vuestra relación. Luego los celos35 y las historias que su cabeza inventaba, quizás como manera de tapar sus propias carencias.36 Recuerde como a partir de este punto el deterioro fue lento, pero implacable, sin esperanzas para la mejora.37 Paso a paso, con el mismo tesón38 que ella fue aprendiendo, acumulando recuerdos y conceptos, la enfermedad se los fue quitando. Porque muchas de las primeras neuronas que mueren se encuentran en el área encargada del39 aprendizaje y la memoria, el hipocampo. Luego comenzaron a morir las neuronas que conectan la corteza cerebral con el sistema límbico, que es el encargado de aportar el contenido emocional a los procesos mentales, esto explica sus terribles problemas afectivos. Y es en lo que quiero hacer hincapié.40 Quiero que entienda lo que le está pasando. Ella es incapaz de controlar sus emociones como lo haría cualquier persona adulta porque el órgano que lo hace está degenerando. No se tomaría por lo personal que ella ya no quiera jugar más al tenis porque ni sus músculos ni sus huesos están capacitados para ello. Por eso tampoco se pueden entender las palabras de ella como las de cualquier adulto, porque su cerebro ha dejado de funcionar como tal.

A partir de ahora comienza la etapa41 más dura, para ella y para los que la rodean. Sabe lo que le está pasando, aunque lo niegue, sabe que su mente ya no funciona como hace años. Lleva 20 años en declive,42 pero es ahora cuando se ha dado cuenta de su incapacidad de actuar y razonar como un adulto. Le quedan unos 20 años de vida en los que su mente va a recorrer un camino inverso43 al que recorrió hasta llegar a ser una persona adulta. La próxima vez que la vea, mírela como en lo que se está transformando: una niña. Llegará un momento en que no sea capaz de manejarse con las finanzas y luego pasará a no entender ni el dinero, ¡cuantas más monedas, mejor!, como cuando tenía siete años. Perderá el sentido del tiempo y desaparecerá paulatinamente su capacidad de planear, esto será a causa del deterioro de las conexiones de la corteza prefrontal. Cuando llegue a este punto, también habrá comenzado la muerte de las neuronas que conectan la corteza sensorial con la corteza motora. Estas conexiones se fueron formando durante toda la infancia e irán desapareciendo casi en orden inverso al que se formaron. Poco a poco irá perdiendo la capacidad de saber si va apropiadamente abrigada,44 de ponerse la ropa sin ayuda, de ducharse ella sola, de controlar los esfínteres, hasta que tenga las mismas capacidades que cuando tenía dos años. A partir de aquí el deterioro se ralentizará45 y entrará en una fase que se podrá alargar hasta siete años. Durante este tiempo irá perdiendo progresivamente su capacidad de hacer frases, de utilizar palabras, de andar y de sentarse. No olvide nunca que durante todo el proceso, por terrible que sea, estará tratando con una persona y como tal necesita el afecto, la vida social y la autoestima acorde a46 su edad mental. Recuerde que su mente está desandando47 el camino recorrido, que acabará donde empezó. Por eso, incluso hasta el final de sus días, ella será capaz de hacer dos de las primeras cosas que aprendió: sonreír y reconocer el cariño.

 

SOBRE EL AUTOR

Raúl de la Flor es neurocientífico y colaborador de la revista ELE Punto y Coma.

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* Reportaje publicado en el número 29 de la revista de ELE Punto y Coma

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