Los expertos señalan que ningún estudio puede afirmar que existan más casos de acoso escolar hoy que en el pasado. Si no tenemos hijos, sentimos que el tema no va con nosotros. Sin embargo, una mala experiencia en la infancia y la adolescencia puede dejarnos secuelas de por vida e , incluso, puede ser determinante para la vida de una persona. Y, hoy, dos fenómenos dejan en evidencia a la comunidad escolar y nos suspenden como sociedad. Por un lado, la aparición del ciberacoso, un fenómeno cruel que no termina en los pasillos de los colegios; por otro, el aumento de casos de adultos que deciden contar su experiencia como niños acosados en el colegio. En este número dedicamos muchas páginas a hablar del acoso escolar y nos acercamos a él desde distintas perspectivas porque no queremos mirar hacia otro lado. Escucharás la voz de maestros y psicólogos especializados en el tema y también la voz de dos españoles valientes que fueron niños acosados. En el reportaje central conocerás a Iñaki Zubizarreta, un exjugador de baloncesto que hoy dedica su vida a la prevención del acoso escolar. Y, en la sección de literatura, Irene Vallejo cuenta con gran generosidad su experiencia en el que, para muchos, es el libro del año: El infinito en un junco (Premio Nacional de Ensayo 2020).
También nos acercamos a cineastas que han llevado este tema a la gran pantalla y que han creado magníficas películas con las que puedes reír, llorar, soñar, morirte de miedo o quedarte en shock durante varios días por la dureza de sus historias.
A lo largo de los dos meses de preparación de este número hemos preguntado a madres y padres sobre el tema y hemos comprobado que seguimos teniendo miedo, que es un tema tremendamente incómodo y difícil de abordar, que da vergüenza enfrentarse a él y que nadie tiene claro qué hay que hacer para mejorar la educación en este sentido, y no sabemos si es bueno educar a los hijos en la implicación y en la bondad frente al “sálvese el que pueda”. Para algunos padres, el acoso tiene difícil solución ya, que es casi una ley de vida, precisamente porque es algo cotidiano. Y es esta cotidianeidad la que asusta. Da miedo que, ante los ojos de un adulto, puedan pasar cosas que marquen a una persona de por vida, porque el adulto no quiera ver o no quiera implicarse; o porque no sepa detectar el abuso o porque nadie le haya enseñado a mirar.
Reivindicamos también aquí el uso de la expresión “acoso escolar” porque creemos que tiene más fuerza dentro del español por la imagen mental que nos provoca y porque es una expresión que llegó a nuestro idioma antes que la voz inglesa bullying, que sentimos casi como un eufemismo que esconde la crueldad de un fenómeno que debería ocupar un lugar tan importante como cualquier asignatura.
Clara de la Flor (jefa de redacción de Punto y Coma)