desde nivel B1 / cultura / opinión / Por Lola Carrasco
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Esos europeos que hablan español

Los temas de identidad siempre surgen1 en relación “al otro”. Si estuviéramos siempre en nuestro mundo nunca nos preguntaríamos quiénes somos, ni como grupo, ni como seres individuales.

Hace poco más de un año me encontraba en Nueva York en una sala de actuaciones2 parecida a la del programa de monólogos humorísticos que en España hemos llamado El club de la comedia. De repente, uno de los actores preguntó que cuántos latinos había en la sala, pero yo no me di por aludida3 y no levanté la  mano. En ese momento, un chico rubio con más aspecto de centroeuropeo que de otra cosa levantó su mano. Sorprendida, le pregunté que de dónde era y me dijo que argentino.

Como española, el término latina o hispana me dejaba fría. En ese momento, confieso que me quedé completamente descolocada4, ya no sabía si tenía que levantar la mano o no, ya que en ese crisol de culturas que es Nueva York nunca me había preguntado por lo que yo misma era (que lo tenía muy claro). Quizás lo que sucedía era simplemente que la idea de mí cambiaba si tenía que preguntarme por cómo me veían los demás habitantes de la ciudad.

Comencé a indagar5 y todo empezó a complicarse. Al parecer, el término latino se aplica a cualquier persona nacida en Latinoamérica, y esto es lo mismo que sucede con el término hispano. Por supuesto, estos términos también sirven para denominar a los descendientes de nacidos en Estados Unidos.

¿Existe una identidad común para todos los nacidos al sur del Río Grande? Yo diría que depende, y mucho, de qué categorías estemos hablando. Lo cierto es que ni etnias, ni razas, ni nacionalidades, ni idiosincrasia6 hacen pensar en algún tipo de unidad identificativa. Entonces, ¿por qué un término que trata de unificarlos a todos? La razón es que hay dos factores objetivos importantísimos de unidad: la lengua española y la religión, o más bien, la cultura católica, que al final acaba siendo más importante que la religión misma.

Estos valores7 y costumbres8 (católicos o no) son los que tejen una especie de red invisible que da coherencia a eso que llamamos hispanidad, un término que no me resulta ajeno9 como española.

Con todos los latinos con los que conviví en La Gran Manzana me sentía cómoda. De alguna manera había algo común entre nosotros: dominicanos, cubanos, colombianos, puertorriqueños… En ningún momento me sentí realmente extraña, a pesar de todo lo que nos separaba, y nunca olvidaré la generosidad y la hospitalidad con la que era recibida. ¿Acaso10 no son la generosidad y la hospitalidad dos valores muy españoles? Este es sin duda el ámbito11 en el que todos nos sentimos cómodos, el de los valores que compartimos. Encontré a mucha gente estadounidense que hablaba perfectamente español y con la que la comunicación no era un obstáculo12 en absoluto, pero no sentí lo mismo.

Mi reflexión acaba aquí. ¿Acaso no son los valores y muchas costumbres que se transmitieron en una lengua nacida a  muchos miles de kilómetros de distancia lo que nos une?

Pero, además de compartir ese ámbito hispano, los españoles también compartimos el ámbito europeo (con todo lo que eso significa), y no solo eso, sino que también somos un país mediterráneo, que también es otro importante factor de cultura. Por el contrario, los latinoamericanos tienen un “componente latinoamericano”, si se me permite la expresión, al que los españoles somos ajenos. Todas estas diferencias, al igual que las cosas que nos unen son detalles que se pueden ver en la forma de alimentarnos, en el horario que hacemos, en nuestra manera de hacer negocios o incluso en el tono de nuestras voces. Muchas veces los latinoamericanos se preguntan por qué los españoles hablamos como si estuviéramos enojados13, porque su tono suele ser más amable y suave. Pero, a pesar de las diferencias, son muchas cosas las que nos unen, y espero que cada vez menos las que nos separen en este mundo globalizado.

La confusión España / español merece en Estados Unidos una mención aparte. Muchos norteamericanos confunden el español como lengua con el español como nacionalidad, sobre todo porque no son conscientes del lugar que ocupa España en el mapa del mundo. Muchas veces me enfrenté14 al hecho de que se identificaba el hablar español con ser latina, y por tanto nacida al sur de Estados Unidos. Solo en una ocasión llegaron a decirme: “Ah, española…, una de esas europeas que hablan español”.


 

* Texto publicado en el número 45 de la revista Punto y Coma       

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