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Entrevista a Christian Poveda
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Christian Poveda es franco español. Aunque habla muy bien nuestra lengua, comete algunos errores gramaticales que hemos señalado en gris. Para facilitaros la lectura, hemos añadido en el texto algunas partículas que ha omitido. Aunque la calidad del audio no es óptima, la oportunidad de escuchar su testimonio en primera persona es razón suficiente para que aparezca en el CD del número 21 de Punto y Coma.
acentos: castellano y venezolano
ENTREVISTA A CHRISTIAN POVEDA
Por el amor de una mujer…
El 3 de septiembre de 2009, el reportero de guerra Christian Poveda fue asesinado a tiros en las calles de San Salvador. Un año antes, estrenaba en el Festival de Cine de San Sebastián La Vida Loca, un excelente documental sobre el día a día de una guerra fuera del control de los estados, la de las pandillas juveniles o “maras” en El Salvador.
La mirada de Poveda nos adentra en la dimensión humana de la violencia callejera organizada. El reportero gráfico pasó 16 meses entre los miembros de la Mara 18, uno de los mayores grupos que forman ese pseudoejército de más de cien mil hombres repartidos entre Estados Unidos, México, Honduras, El Salvador y Guatemala. Punto y Coma pudo entrevistarle durante el estreno de la película.
Tenía gran expectativa por ver su película porque me interesó mucho que una persona tuviese el coraje1 suficiente como para pasarse tanto tiempo en una zona, digamos, de guerra…
Sí, es realmente una guerra entre las dos pandillas2. Apenas3 se ven y ya están tratando (de) matarse…
Usted ha sido reportero de guerra, ha estado en zonas de conflicto… ¿Qué otra motivación tuvo usted para hacer primero las fotos sobre las maras y luego para caer en el documental?
Mi motivación primera es denunciar4 un fenómeno de sociedad. Estoy convencido (de) que no existen niños que nacen y que a los 12 años se vuelven asesinos. Yo he trabajado siempre sobre la marginalización5 y ese tipo de temas en Europa, en Francia “más que todo” (sobre todo), con los niños que vienen de la inmigración, y siempre me he dado cuenta de que el descuido6, la marginalización, el abandono7 de nuestra sociedad hacia una parte de la juventud, tiene como consecuencias las peores: niños que se involucran8 en (la) delincuencia9, y bueno, que es un desastre. En El Salvador es el caso…, el peor que puede haber; es decir, vamos al extremo. Y me interesaba mostrar el extremo como una especie de alarma. Entonces le hice la propuesta10 a la Mara Salvatrucha y al mismo tiempo a la 18. La Salvatrucha no quiso. Estaban terminando con un documental, tuvieron mala experiencia y no querían renovar la experiencia; y a la 18, al contrario, les interesó mucho mi propuesta de largo tiempo. Como meta11, mínimo un año, finalmente fueron 16 meses. Y la otra cosa es que no me interesaba entrar, contar la historia de una de las maras y detallar, digamos, todas las actividades. Me interesaba el aspecto humano de las pandillas y buscar las causas.
¿Cuáles fueron esos mitos que a usted se le destrozaron y aquellos que se le reforzaron al convivir durante tanto tiempo con esta gente?
No me destrozó nada. Un documental es algo subjetivo, defiende el punto de vista de su autor, de su director. Yo, desde el principio, estaba convencido de que esto no es un problema de delincuencia, es un problema de sociedad, es un problema que no se puede resolver por la represión, se puede resolver solamente con buenas políticas, inteligentes, con avances sociales y también con recursos humanos12 y financieros, que es muy importante. Entonces, yo estaba convencido que esto era algo totalmente que hay que ver (del) desde el punto de vista humano y nada más. Entonces, lo que te agarra13 después con este tipo de cosas es que cuando filmas así durante 16 meses, estableces14 una relación con tus personajes15.
El mayor problema de esto es la escasez16 de (afección) afecto. Estos niños nunca tuvieron (afección) afecto; no tuvieron (la afección) el afecto de un padre, de una madre. Ahí hay un cura, un pastor17 evangelista, que lo dice muy bien en un entierro18. Son niños totalmente abandonados, y son abandonados, primeramente, por sus padres y después por la sociedad. Y las consecuencias son que estamos con unos niños totalmente salvajes19, sin ninguna piedad20 de nada, que nos odian a nosotros, que odian la sociedad y que quieren que paguemos por eso, y nos hacen pagar… Por lo menos a la sociedad salvadoreña les hacen pagar con una violencia tremenda y sin ningún temor a la muerte.
Mientras que allí, la muerte es como el personaje principal, es una cosa de la que se habla, es más, de la que la gente no se burla21, pero sí como que la acepta más que nosotros…
Es que es parte de la vida de todo el mundo. Es decir, hay tantos muertos. Son 11 muertos a diario. Es el país más violento de toda América Latina. Bueno, ha habido 12 años de guerra, una guerra muy cruel que empezó con unas masacres22 terribles de parte de los escuadrones de la muerte23… Esa tradición, digamos, muy latina, muy de Centroamérica de jugar con la muerte. Y además, con la guerra y todo, la gente se acostumbró.
De tantas muertes que usted vio durante el rodaje24 de su película, ¿cuál fue la que más le impactó, le movió los sentimientos, la que más le entristeció? Todas. Hay dos personajes de la película que mueren, se los ve bien, uno es “el Little Crazy” y la otra es “la Wizard”. Eran dos personajes bien particulares25, les tenía mucho afecto a los dos. Yo, como reportero, he estado (confrontado) enfrentado a la muerte muchísimo,
pero nunca he conocido a los muertos que he fotografiado. Cuando uno va a una guerra hay muertos, tomas fotos de muertos o los filmas, pero a esa gente no la conoces. ¿Entiendes? En este caso, era la primera vez que me confrontaba a alguien que conocía… En mi familia han muerto mis abuelos, y cuando murieron, nunca he querido verlos muertos.
No solamente El Salvador usa o aplica esa política de represión…
Todos, todos…
Está afectado Guatemala también…
Estados Unidos.
Estados Unidos mismo, también con la política de extradición que aplica…
Sí, exactamente. Empezó en Estados Unidos. No existía en El Salvador ninguna tradición de pandilla. Esto empieza a partir del 92, de los acuerdos de paz26 en El Salvador, donde son parte los Estados Unidos y en los cuales se comprometen27 (en) a facilitar la vuelta de la gente, de los 2.000 refugiados que había allí en Estados Unidos, para facilitar la vuelta a través de aviones y un poco de dinero para instalarse28 de nuevo. Pero lo que hacen en ese momento es que abren las cárceles, y todos esos niños que estaban en las cárceles los mandan por miles al Salvador.
En El Salvador no existían esas pandillas. Entonces llegan ahí, reconstituyen29 las pandillas, reconstituyen la guerra, se alimentan30 de los huérfanos de la guerra, y ahí estamos… Van creciendo, creciendo… Hoy son 15.000 en El Salvador. Es un ejército. Además, que son 35.000 en Honduras, 15.000 en Guatemala, 5.000 en México, 50.000 en Estados Unidos. Estamos hablando de 100.000. Es enorme. Entonces, que estos políticos de Estados Unidos, de Nueva York hasta San Salvador, no entiendan que todo ese dinero que están gastando en represión, si lo gastaran (gastarían) gastaran31 en recursos humanos y para la rehabilitación…; formar educadores, formar gente para trabajar en los barrios32 pobres para que estos niños no se involucren en esas pandillas, como lo vemos al final de la película.
Puede sonar muy ingenuo33 de mi parte, pero yo todavía me pregunto, ¿por qué, por qué?
Mira, si te doy la verdadera razón, ni te lo vas a creer. La guerra empezó por una mujer. Fue una pelea34… Bueno, un jefe de la Mara Salvatrucha, en Los Ángeles, le robó la mujer al otro y se mataron los dos, de allí hubo una escisión35 y salió la Mara 18, y desde entonces llevan esa guerra. Hoy en día, en El Salvador ni siquiera saben por qué están peleando. Ella murió también. Se sabe que las guerras siempre son o por el poder, por el dinero o por una mujer; de toda la vida, ¿no?