desde nivel B2  /  cultura  /  reportaje  /  Laura Corpa 

IMG_5746

acento castellano

  • Glossary
  • Glossaire
  • Glossar
  • Glossário

LA CASQUERÍA: EL FIN DE LOS LIBROS VARADOS1

“Póngame tres kilos de Flaubert, por favor; ¿a cómo sale el cuarto de kilo de Marx? Quería también un par de volúmenes de poesía finitos para el aperitivo, que hoy tengo invitados…”. Imagínate que pudieras ir al mercado y llevarte al peso toda la literatura que estabas buscando. Que fuera posible acariciar, como el que roza2 las hortalizas en una frutería, los lomos de libros tan dispares3 como Viaje al centro de la Tierra o Manual básico de fotografía. Imagínate que, entre carteles de “alitas de pollo” o “higaditos”,4 encontraras ese libro que leíste en tu infancia, que jamás volviste a ver y que ahora te recibe con las hojas abiertas. Pues todo eso puede ocurrir en La Casquería.5 Este puesto6 de libros de segunda mano, en el mercado de San Fernando en el barrio de Lavapiés, en Madrid, se basa en el reciclaje del libro usado y en el concepto de “recirculación” de la cultura. ¿Y cómo comenzó este cuento? Pues érase una vez un grupo de seis personas (entre las que se encuentra Ana, quien nos explica el proyecto) que un buen día decidieron dar el salto7 y convertir su idea en un puesto real lleno de sorpresas entre otros puestos de quesos, vinos, artesanías,8 carnes y pescados de un mercado en el corazón de la ciudad. «Pensábamos que hay un montón de libros que estaban varados en las estanterías particulares a los que se les ha dado un uso que nos parece insuficiente para el coste que tiene una producción de un libro y pensamos cómo eso se podía reutilizar. Entonces, manejando9 un poco conceptos de reutilización, de reciclaje, de libre circulación de la cultura, también pues pensábamos eso: poner a circular libro usado a bajo precio. Entonces, la fórmula que se nos ocurrió es generar como una base de libros que fuesen donados10 por la gente y que nosotros pudiésemos poner a ‘recircular’ a un precio asequible11 al que nosotros mismos pudiésemos comprar».

¿Cómo establecer un precio para cada libro? ¿Quién decidía que debería ser más caro un ensayo12 sobre filosofía que un cómic de aventuras? Intentando ser justos y queriendo ir más allá de los contenidos de los libros, llegaron a la conclusión de que lo único cuantificable en un libro es la materia de la que está hecho. “El libro al final es un árbol que se ha talado,13 un papel que se ha fabricado, que se ha impreso; alguien que ha escrito, alguien que ha editado, alguien que ha corregido etc., etc. Y eso al final es materia que se puede cuantificar y se puede medir, y se puede pesar en kilos, y se le puede dar un precio”. Esto les pareció más justo que valorar los libros en función de su contenido. En La Casquería esta valoración14 es algo que queda reservado a los lectores. ¿La solución del precio final?, cada lector podría poner en la balanza los libros que le interesaran, y pagar según el peso. Si el kilo cuesta diez euros, una novela normal suele costar entre tres y cuatro euros. Además, para que todos los ejemplares de La Casquería estén al alcance de todos los bolsillos,15 el precio está limitado en los libros de gran formato y ninguno, pese lo que pese, cuesta más de ocho euros.

MERCADOS Y MERCADOS

La Casquería lleva siete meses en el mercado de San Fernando. Ana nos describe el intento fallido16 de privatización de este espacio provocado por unas políticas de cambio en la estructura social y el encarecimiento17 del suelo de la zona, algo que ya ha pasado en lugares como en el madrileño barrio de Chueca y con su mercado de San Antón, muy orientado al turismo y a un público con un alto poder adquisitivo.18 “Llega una gran superficie, dice que compra la mitad del mercado y que va a montar19 un supermercado, entonces reduce el mercado a la mitad, y el requisito20 es que se vacíe el mercado. Entonces, claro, los viejos comerciantes vieron ahí una oportunidad también como de ‘prejubilación’21 o algo así; entonces, la mitad del mercado quedó vacío y en el último momento, Eroski22 en este caso, se retiró. Entonces el mercado se quedó temblando…”.

Tras la decepción y sin casi clientes, los comerciantes, apoyados por su gerente,23 entraron en contacto con la “Plataforma por la defensa de los mercados de abasto”24 y llegaron a la conclusión de que lo más sensato era ampliar el perfil de los comerciantes y ofrecer el alquiler de los puestos a precios muy asequibles. Y así fue como Ana y sus compañeros se pusieron manos a la obra.25 Rehabilitaron y unieron dos puestos del mercado, una antigua pollería y una casquería, conservaron algunos de sus maravillosos rótulos26 y dejaron que los libros tomaran27 sus vitrinas.28 “Desde enero hasta septiembre (2012) se han ido abriendo como unos 20 puestos que van desde una panadería a un puesto de verdura ecológica, otro puesto de productos ecológicos, un puesto de quesos, otro de comida preparada, dos puestos de artesanía, un puesto de productos griegos. Lo que hay ahora es un perfil mixto de puestos de mercado tradicional y nuevos proyectos de economía social…”.

Ahora, el mercado de San Fernando comienza a resucitar.29 Y su gente retoma el espacio como lugar de encuentro lleno de actividades más allá de la compra diaria, con charlas,30 presentaciones de libros, teatro, conciertos, talleres…31 Un sábado por la mañana uno puede encontrarse en La Casquería a un padre leyendo un relato32 a una manada33 de niños que le escucha atentamente mientras los otros padres hacen la compra o se toman una cerveza artesana, o puede tropezar34 con vecinos de Lavapiés con bolsas llenas de libros que van a donar a cambio de llevarse otros libros con los que volver a soñar. El mercado de San Fernando se ha convertido en un proyecto sostenible y en una iniciativa de gente joven para generar autoempleo. ¡Y colorín, colorado, este cuento aún no ha acabado…!35


 

* Reportaje publicado en el número 40 de la revista de ELE Punto y Coma

EDICIÓN IMPRESA