desde nivel B1 / debate / Por Carmen Aguirre
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Las vacunas y los antivacunas

Desde que en 1796 el médico inglés Edward Jenner descubrió la primera vacuna, millones de personas en todo el mundo están a salvo de1 padecer2 terribles enfermedades y morir por ellas.

Esta primera vacuna contra la viruela3 fue solo el inicio. Una larga serie de enfermedades, como la rabia, el sarampión4, la tosferina5 y la póleo, que afectaban, sobre todo, a la población infantil, fue desapareciendo poco a poco gracias al descubrimiento de nuevas vacunas.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), las vacunas son el mayor avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad. En 2019, ante el aumento de casos de sarampión, la OMS señaló que los movimientos antivacuna podrían ser la causa de estos nuevos brotes6.

Hoy en día el rechazo a las vacunas se ha convertido en un tema de extraordinaria importancia. La aparición de las nuevas vacunas contra la covid-19 ha supuesto ver la luz al final del túnelF en esta difícil situación. La esperanza crece con el número de vacunados, pero las personas que no se quieren vacunar ponen en peligro este final feliz.

En los Estados Unidos existe una cantidad considerable de negacionistas. Este porcentaje es tan alto que pone en riesgo el objetivo de lograr la inmunidad de grupo, que solo se consigue teniendo entre un 70 % y un 90 % de la población vacunada. Preocupan especialmente los estados de Alabama, Luisiana o Misisipi, donde el porcentaje de vacunados actualmente no llega al 40 %.

Los argumentos de los antivacuna o negacionistas son principalmente tres.

El primero es que las vacunas contienen sustancias peligrosas como aluminio y mercurio o timerosal. Esto es cierto, pero aparecen en cantidades reducidísimas, sobre todo si se comparan con las situaciones normales en que ingerimos este tipo de sustancias con los alimentos7.

El segundo es que con las vacunas sobrecargamos el sistema inmunitario y lo hacemos menos efectivo. Para ellos es mucho mejor lograr una inmunidad natural. Esto tampoco tiene mucha base científica porque estamos continuamente expuestos a patógenos de los que se defiende nuestro organismo, y las vacunas nos protegen solo de un pequenísimo porcentaje.

El tercero tiene que ver con el creciente número de enfermedades de tipo alérgico y autoinmune que estos colectivos achacan8 al uso de las vacunas. Pero lo cierto es que no hay ninguna base científica para pensar que las vacunas sean la causa, y no el aumento de la contaminación9 o el consumo continuo de alimentos procesados, por ejemplo.

¿Cuál es tu posición frente a las vacunas? Te invitamos a reflexionar sobre ello.

FRASES HECHAS
VER LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL Ver que la solución a un problema grave está ya muy cerca.