Desde el llamado Siglo de Oro (siglo XVI-XVII), no había habido en España una vida artística y cultural tan intensa, con tantos escritores, artistas e intelectuales de valía como a principios del siglo XX en España. Poco antes de los años treinta se juntan las figuras más importantes de la llamada generación del 98, con los pensadores, escritores y ensayistas de la generación del 14 y con la naciente generación del 27. Entre los de más edad encontramos al escritor y pensador Miguel de Unamuno, al dramaturgo y novelista Ramón María del Valle-Inclán, al gran novelista Benito Pérez Galdós y al poeta Antonio Machado, a quién dedicamos nuestro tema de portada; entre los más jóvenes estaban los poetas Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Luis Cernuda… Pero no solo eran escritores los que se dieron cita en aquellos años, también estaban pintores, como Pablo Picasso y Salvador Dalí, cineastas, como Luis Buñuel, e intelectuales y ensayistas, como el pedagogo Giner de los Ríos, el médico y pensador Gregorio Marañón o José Ortega y Gasset, uno de los más importantes filósofos españoles de todos los tiempos.
Todos ellos tenían un talante liberal y una mentalidad crítica y abierta, y a todos ellos los unía el interés por modernizar España, por llevar la cultura a todos los rincones y pueblos de nuestro país y por volver a acercar España al resto de Europa.
Este gran estallido de creatividad y de participación en la vida política y ciudadana desapareció de un plumazo. El golpe de Estado del general Franco y su victoria final en la Guerra Civil acabó súbitamente con este florecimiento cultural. Algunos fueron asesinados al inicio de la guerra, como le sucedió al poeta Federico García Lorca, que se encontraba en ese momento en Granada, otros, como el poeta Miguel Hernández, murieron tras la guerra en las cárceles franquistas. Otros muchos, como Rafael Alberti, Luis Cernuda; José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Pablo Picasso o Luis Buñuel huyeron de España y se fueron al exilio. Los países que los acogieron ayudaron a estos intelectuales y artistas para que siguieran desarrollando su labor creadora, y muchos de ellos impartieron clases en las mejores universidades.
España ha tardado muchos años en recuperarse de este duro golpe.