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SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO

Ha llegado el mes de marzo de 2021, la primavera y el buen tiempo están a la vuelta de la esquina. Sabemos que el clima cálido nos va a traer más alegría que nunca. Vamos a poder hacer más actividades al aire libre y, sobe todo, vamos a poder ampliar nuestro círculo de gente. Los planes con amigos y familiares en espacios abiertos son la mejor alternativa durante la pandemia, y el sol, sin duda, es una gran ayuda. Además, poco a poco crece el número de personas vacunadas y, con él, la tranquilidad de toda la sociedad.

Pero marzo de 2020 no queda tan lejos. A día de hoy seguimos confinados y llevamos mascarilla. En algunos países los colegios y las universidades siguen en modo online y en otros, los más pequeños pueden ir a clase con mascarilla y guardando la distancia de seguridad. El miedo se ha instalado en nuestras vidas y la pandemia nos enfrenta a nuestros seres queridos y a nosotros mismos. Si hay un positivo en nuestro entorno, todo se tambalea. Y hemos aprendido que cada individuo gestiona esta situación como puede y que es injusto juzgar al de al lado.

Pasado un año, el balance de la situación es más bien negativo. Sin embargo, hay puntos de luz que nos vemos en la obligación de mostrar en esta revista. Necesitamos volver a creer en el ser humano y, por eso, el tema de portada de este número es un grupo de vecinos que ayudan a las personas más vulnerables de su barrio, Vallecas, en Madrid. En las fotos del reportaje (pág. 16) verás a mujeres y hombres de todas las edades, que se organizaron desde el primer día del estado de alarma en España, el 14 de marzo de 2020. Los vecinos colgaron sábanas con sus números de teléfono en las ventanas y una red de ayuda de Whatsapp comenzó a tejerse. Se llaman Somos Tribu VK y hoy son Premio Ciudadano Europeo 2020. Para mí, que soy de Madrid y conozco la fuerza que tienen las asociaciones vecinales en Vallecas desde los años setenta, este reconocimiento del Parlamento Europeo va más allá de la labor de esta red solidaria. Este premio es un reconocimiento a la importancia de tener un barrio con redes vecinales fuertes, un lugar de encuentro en el que los que viven cerca se preocupen por crear espacios comunes que humanicen el barrio y que mejoren la calidad de vida de los vecinos.

Cuando la ciudad carece de sentido porque el ocio desaparece, se cierran los teatros y los cines, los bares y los restaurantes, las reuniones en las casas están prohibidas y no podemos cruzar la ciudad para ver a un ser querido, ¿qué nos queda?

Ojalá disfrutéis de este número, uno de los más sociales y humanos que hemos publicado hasta la fecha.

Clara de la Flor (jefa de redacción de Punto y Coma)