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«Yo elegí tu novela porque me pone la carne de gallina2”, le dice su editora, Lara Moreno, a la autora. Las emociones que le provoca a uno la toma de decisiones en la vida, el salto de la niñez a la madurez y un estilo poético, claro y “brillante” se encuentran en La hija del comunista. La historia, ambientada3 en el Berlín Oriental tras la Segunda Guerra Mundial, tiene como protagonista a Katia, la hija de unos emigrantes españoles que nace en Berlín y que lucha valientemente por encontrar su identidad y su propio camino.
Aroa Moreno, te defines como poeta y periodista4, escribes también relatos5 y La hija del comunista es tu primera novela. ¿Qué tal la experiencia de escribir una historia tan larga?
Pues la experiencia ha sido muy bonita, muy enriquecedora6, pero definitivamente es otra cosa muy diferente a escribir poesía o a escribir artículos para prensa o para revistas. Es un trabajo a largo plazo7. Ha tenido una parte de documentación muy intensa, casi más larga que la propia escritura. Una vez que se acaba, la verdad es que da mucha satisfacción mirar para atrás y ver que has conseguido llevar a los personajes8 hasta el final.
¿Y a la hora del estilo? ¿Te has tenido que cortar9 un poco cuando estás escribiendo prosa?
No me he cortado, pero sí he mantenido siempre en el horizonte que quería que esta novela se entendiese bien; que la gente, al leerla, entendiese todo lo que yo estaba diciendo. Y aunque sí tiene un ritmo –creo que las frases llevan un ritmo bastante marcado y sí hay cierta mirada poética en ella–, creo que se comprende, que es prosa, que es narrativa10 y es muy diferente a los poemas. De ahí, a lo mejor, la parte más periodística de mi escritura, me ha ayudado.
Bueno, la historia se sitúa en el Berlín del Este tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, los personajes, o son españoles o tienen raíces españolas ¿Por qué has elegido este tema?
La verdad es que la historia se levantó11 delante de mí un poco, no fui buscándola. Yo estaba trabajando con un poeta que falleció recientemente, Marcos Ana, y él me habló del pequeño grupo de exiliados en la RDA. Y yo nunca había oído hablar de ellos. Entonces, empecé a investigar y encontré historias muy movidas12 por Europa y por los acontecimientos históricos, y me gustó. A ver, partiendo de la base de que a mí me interesa el exilio, me interesa lo que pasó en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y, no sé, creo que ahí había una historia que no se había contado todavía.
Me interesaba cómo estaba Berlín cuando estaba el muro; cuando se levantó el muro, cómo quedó la ciudad dividida artificialmente y las familias separadas. Pero no me sentía con capacidad para contar eso desde la mirada de un berlinés. Entonces, al encontrar esta historia de españoles, creo que por ahí pude avanzar para dar esta mirada.
Supongo que habrás viajado a Berlín. ¿Cómo te has documentado? ¿Cómo ha sido el contacto con estas personas que te han inspirado para escribir?
He estado dos veces en Berlín durante la escritura de la novela. La primera vez simplemente fui a buscar el paisaje, a conocer bien la ciudad; porque había estado una vez antes, pero uno va con otros ojos cuando va buscando un escenario13. Y la segunda vez sí tuve la oportunidad y la suerte de entrevistar14 a dos mujeres hijas de exiliados españoles, a Mercedes Álvarez y Nuria Quevedo. La primera es una niña de la guerra que salió de España cuando tenía dos años, fue a vivir a Moscú y se reencontró con su familia en Dresden, pero ya cuando tenía 11 años. Y la otra mujer… su padre se fue a Berlín durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre y ella se quedaron aquí y, una vez que pasó la guerra, les escribió una carta y se reencontraron en Berlín. El padre de Nuria aparece en la novela porque él tenía una librería y daba clases de español en la universidad.
Tuve la suerte de hablar con ellas, fueron supergenerosas, me contaron cómo había sido su infancia, su juventud en el Berlín oriental y me dieron un montón de datos que yo desconocía y que si no lo has vivido, nunca te puedes acabar de15 poner en la piel del personaje.
Para mí, encontrarme con ellas dos fue el empujón16 que necesitaba para acabar de definir a Katia, la protagonista. Y para poder meter en la novela pequeños detalles que hacen que la historia, de pronto, se vuelva17 realista.
¿Cuántas generaciones necesita una familia para lograr una integración real?
No lo sé. Supongo que los nietos de los que se marcharon ya son de ese país. Y es difícil… Hay que tener un interés por preguntar a tus abuelos “de dónde vienen”, “cómo fueron sus vidas”, para comprender tu historia y tus raíces. Yo creo que son muy importantes las raíces de cada uno y hay que buscarlas, pero supongo que a los nietos ya les cuesta echar la vista atrás18, ¿no?
La recepción y el rechazo19 a los refugiados es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta Europa en la actualidad. ¿Cuál es tu opinión sobre este tema después de haberte metido en la piel de los personajes de La hija del comunista?
Yo ahora estoy muy sensibilizada20 con el tema de la emigración, por esto mismo, por la escritura. Es otra época, eran otros motivos –en este caso, fueron motivos políticos los que exiliaron a la familia de Katia–, pero creo que todo el mundo tiene derecho a ser acogido21 y creo que Europa debe responsabilizarse, sobre todo de lo que está sucediendo en todas sus fronteras. Y bueno, aquí mismo nos escandalizamos de que Trump quiera levantar un muro entre México y Estados Unidos y nosotros tenemos nuestro propio muro de la vergüenza entre España y Marruecos.
¿Qué tiene Katia de Aroa?
Tiene muchas cosas. Cuando uno escribe creo que aporta su mirada. Katia se detiene22 en cosas que yo me detengo. Y, por supuesto, que en las páginas de esa novela, se encontrarán cosas que la gente que me conoce podrá reconocer como mías. Sin embargo, es una mujer muy diferente a mí. Ella es mucho más valiente.
La hija del comunista es la primera novela de Aroa Moreno. La autora tiene publicados los poemarios Jet Lag y Veinte años sin lápices nuevos. Además es la autora del blog El viaje de las pléyades.
- Lee el capítulo 1 de la novela aquí: «A todos les gusta bailar el lipsi»