desde nivel C1 / literatura / Por cortesía de Juan Mayorga
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LA TORTUGA DE DARWIN, UNA OBRA DE JUAN MAYORGA
A mi hija Raquel
De noche, en el despacho1 del Profesor, mar de libros y documentos. El Profesor trabaja con la única compañía de un hámster enjaulado. Beti entra y se acerca al Profesor.
Profesor: ¿Qué ocurre, Beti? ¿Te he pedido la cena? No recuerdo habértela pedido.
Beti: Hay ahí una que quiere verte.
Profesor: ¿Estudiante a la caza de2 carta de recomendación para alguna beca?3 ¿Licenciada4 aspirante a que le dirija la tesis doctoral? ¿Periodista que quiere entrevistarme acerca de mi último libro?
Beti: No creo que busque ninguna beca. Es una señora mayor.
Profesor: Le habrás dicho que no puedo recibirla.
Beti: Es que me da pena.
Profesor: ¿Y yo?, ¿no te doy pena yo? Tengo pendientes tres artículos, dos prólogos, la ponencia5 para el congreso de Tokio y las pruebas del tercer volumen de la Historia de la Europa contemporánea.
Beti: ¿No podrías atenderla cinco minutos? ¿Tres minutos? Es tan viejecita…
Profesor: Eres demasiado buena, Beti. Un minuto. Lo hago por ti.
Beti sale. Al poco, entra Harriet, una mujer vieja.
Harriet: Buenas noches.
Profesor: Buenas.
Harriet: Sé que es usted un hombre muy ocupado.
Profesor: Tengo, en efecto, mucho que hacer, señora.
Harriet: Robinson, Harriet Robinson.
Profesor: Bien, Mrs. Robinson…
Harriet: Puede llamarme Harriet.
Profesor: De acuerdo, Harriet. Quería usted verme. ¿Me ha visto lo suficiente?
Harriet: He leído los dos volúmenes de su Historia de la Europa contemporánea.
Profesor: Oh, los ha leído.
Harriet: En la Biblioteca Municipal.
Profesor: No importa, Harriet, lo que cuenta es que los haya leído, aunque no los haya comprado. Tome asiento. La Historia de la Europa contemporánea es mi Capilla Sixtina, mi Novena Sinfonía, mi Everest. Esto son las pruebas del tercer volumen. Sale en mayo.
Harriet: Es… enorme.
Profesor: Efectivamente, es una obra sin parangón.6
Harriet: Es imponente,7 sí señor. Aunque…
Profesor: ¿Aunque? ¿Aunque qué?
Harriet: El capítulo XXVII, “El caso Dreyfus”.
Profesor: Ya sé cuál es el capítulo XXVII. ¿Qué pasa con él?
Harriet: Con todo respeto, no fue así.
Profesor: Toneladas de documentos avalan ese capítulo. ¿Cómo que no fue así?
Harriet: Con todo respeto, no.
Profesor: ¿Y usted qué sabe, señora?
Harriet: Yo estaba allí, en París, cuando la tomaron con el desdichado capitán Dreyfus.
Profesor: ¿Usted estaba allí? (Se troncha.)8 Perdóneme, señora, sé que usted no es culpable, la culpa es de los sucesivos ministros de Educación, ellos han conseguido que la gente sea analfabeta9 en Historia. La gente confunde Carlomagno con Alejandro Magno. La gente cree que Garibaldi fue un ciclista. La gente no se sabe una fecha. Señora Robinson, el caso Dreyfus estalló en 1894.
Harriet: El 10 de octubre, ése es el día en que arrestan al capitán, no el 13. Lo que pasa es que hasta el 13 no lo hacen público porque temen que…
Profesor: Me va a disculpar, Harriet, como puede ver estoy desbordado.10 Pero si me apunta aquí su teléfono, mi mujer le dará una cita y proseguiremos esta interesante conversación.
Harriet: Usted escribe que sus últimas palabras ante el tribunal son: “Amo a …”.
Profesor: “Amo a Francia. Soy inocente”.
Harriet: No. Dreyfus no dice eso, ni ninguna otra cosa. El llanto no le deja hablar. También he encontrado inexactitudes en el capítulo LXXIV.
Profesor: ¿“La batalla de Verdún”?
Harriet: Las trincheras no eran como usted las describe.
Profesor: Esto es demasiado. ¿Qué derecho tiene a decir eso?
Harriet: El derecho que me da haber estado allí.
Profesor: Así que estuvo allí. También irá a decirme que asistió al bombardeo de Guernica.
Harriet: Salgo en la foto, bajo el caballo desbocado.11
Profesor: ¿De dónde se ha escapado usted? ¿Quién demonios es usted?
Harriet: Soy la tortuga de Darwin.
Profesor: ¿Qué?
Harriet: Charly me hizo un dibujo, puede verlo en el capítulo siete del libro, “On the Origin of Species”, aunque claro, he cambiado un poco, cuando subí al barco llevaba contadas veintiocho primaveras, o sea que debí de nacer en 1808, el día no puedo precisarlo, a mí me gusta el 28 de marzo, me suena bien, yo celebro mi cumple el 28 de marzo. Mis primeros veintiocho años fueron comida y sexo sin plantearme nada más, pero todo cambió cuando aquellos ingleses desembarcaron12 en la isla. Yo nunca había visto un inglés, nunca había visto una persona, qué curiosas me resultaron, las personas, la curiosidad me perdió, subí a echar un vistazo13 y cuando quise darme cuenta estábamos en alta mar. Al descubrirme, el capitán Fitz Roy dijo: “De este bicho sacamos sopa para toda la tripulación”,14 pero Charly no consintió, me llevó a su camarote15 y me puso en una palangana,16 “Don’t worry, Harry”. Harry, ha oído bien, el naturalista más grande de la Historia y no sabe distinguir tortuga macho de tortuga hembra, aunque es verdad que la cosa no se ve tan fácil como en ustedes. El caso es que Charly me llamaba Harry y me lio,17 yo no sabía qué tenía que gustarme, no me decidí por Harriet hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando un paracaidista18 escocés…
Profesor: ¡Basta!
Silencio.
Profesor: Señora Robinson, en consideración a su edad, estoy intentando ser paciente. Sé que todos pasaremos por ahí: demencia senil, alzhéimer… Es triste, pero yo no puedo ayudarla. Tengo un primo psiquiatra, mi mujer le dará su teléfono. Y ahora, si me permite…
Harriet: Me toma por una vieja loca. No cree que yo sea la tortuga de Darwin.
Profesor: Usted no es una tortuga, señora, ni de Darwin ni de nadie. Cierto que su cara puede recordar a las tortugas, como otras recuerdan a los perros o a los monos. Y es cuellicorta,19 y esa joroba20 podría hacer pensar en una concha.21 Si en su barrio la llaman “La tortuga”, hay que reconocer que es un mote22 bien puesto.
Harriet: No me cree. Entonces, ¿cómo se explica esto?
Harriet descubre su espalda al Profesor.
Harriet: Puede tocar.
El Profesor va a tocar, pero finalmente no lo hace.
Profesor: Es muy extraño, sí, una rara enfermedad de la piel, pero eso no la convierte en tortuga. Usted camina sobre dos pies. Usted habla. ¡Usted lee!
Harriet: Es que he evolucionado.
Profesor: ¿?
Harriet: Charly previó esa posibilidad, se refiere a ella en el capítulo trece: “En circunstancias extremas, la materia viva puede evolucionar de forma acelerada”. Él llamaba a eso “evolución exponencial bajo estimulaciones extraordinarias”. De eso, de estimulaciones extraordinarias, yo he tenido un montón. Fue subirme al barquito y empezar a pasarme cosas interesantes. He ido de aquí para allá, donde la Historia ha querido llevarme. He visto la inauguración de la torre Eiffel y el incendio del Reichstag; he visto a los alemanes entrando en París y a los americanos desembarcando en Normandía; ¡he visto la Revolución de Octubre y la Perestroika! Nunca pensé sacar provecho de todo eso, pero últimamente me he dado cuenta de que mi memoria es un capital. La gente se mata por el pasado, y de eso yo tengo más que nadie. ¿Por qué no ofrecérselo a un profesional a cambio de una pequeña ayuda? Me fui a la biblio,23 busqué la sección de Historia y encontré sus dos tomos,24 tan grandotes, tan plagados de25 errores. Pensé: “Yo podría ayudar a este hombre”. Le ofrezco que sea mi notario, aquel a quien le contaré todo. Yo puedo revelarle lo que no encontrará en ningún documento: ¿Qué dijo Lenin en su lecho mortal? ¿De qué murió Juan Pablo Primero? Yo puedo decírselo. A cambio de casi nada. Pero si usted piensa que soy una vieja locatis,26 me buscaré otro historiador. Tengo una lista.
Profesor: “A cambio de casi nada”. ¿A cambio de qué?
Harriet: Quiero volver a casa.
Profesor: ¿?
Harriet: Quiero volver a las Galápagos y morir allí. Pero necesito ayuda: no tengo papeles, y sin papeles no me dejan viajar. ¡No tengo edad para ir a nado! El 28 de marzo cumplo doscientos años.
………….
Doctor: Harriet, ¿recuerda cuándo y dónde se puso en pie por primera vez?
Harriet: (A la grabadora.)27 Abril del 37, en un pueblo llamado Guernica. Llegué a España huyendo de la catástrofe que veía venir, sin saber que la catástrofe se estaba ensayando allí, en España. Pensaba que en la guerra del 14 ya había visto de todo, pero no: me falta presenciar un bombardeo aéreo sobre población civil. Cuando el cielo se cubre de aviones, pienso: “No van a hacerlo. No van a tirar bombas sobre mujeres y niños”. Lo hacen. ¡Huya quien pueda! Yo maldigo28 mi lentitud, que me condena a morir abrasada.29 Con toda mi alma deseo ponerme en pie y echar a correr. Y eso es lo que, para mi asombro, sucede. Me duele aquí, en la ingle,30 me escuecen31 las piernas, pero el miedo me empuja a seguir hacia delante. Por el camino tropiezo32 con una vieja muerta, me pongo su ropa y sigo sin mirar atrás. Adelante, Harry, sin mirar atrás.
“La tortuga de Darwin”, está incluido en el libro de Juan Mayorga Teatro 1989-2014, publicado por la editorial La Uña Rota en 2014.
*Este es un extracto del texto original publicado en la revista de ELE Punto y Coma. La obra completa se encuentra en el libro «Teatro 1989-2014» de Juan Mayorga.
* Encontrarás el reportaje completo en el número 57 de la revista Punto y Coma