desde nivel B2 / cultura / Por Laura Corpa
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TIPOS INFAMES. POR EL PLACER DE LEER

Once de la mañana. Tres tipos infames1 suben la persiana2 metálica de su local. Comienza el baile de proveedores3, de “madrugadores4” que desayunan curioseando todos y cada uno de los libros, de amigas que charlan delante de un café rodeadas de letras.

Fuera llueve y el barrio de Malasaña se despereza5 mientras pasan los viandantes6, protagonistas de las novelas de sus propias vidas. Dentro, miles de libros esperan su turno en estanterías blancas para ser elegidos, leídos, acariciados. Bienvenidos a Tipos Infames, mucho más que una librería.

Alfonso, Gonzalo y Curro son amigos, ante todo. Se conocieron cuando estudiaban Historia del Arte, terminaron la carrera, siguieron siendo amigos y en un viaje juntos inventaron un proyecto y se juraron amor eterno. Ellos son los tres “tipos infames” de nuestra historia, dueños y señores7 de una de las mejores librerías de Madrid.

Uno de ellos, Gonzalo, ya trabajaba como librero, y los tres colaboraban como críticos en el desaparecido periódico digital Soitu.es. Comenzaron el proyecto. Contactaron con gente, encontraron el local, consiguieron financiación y, tras tres años de esfuerzo y trabajo, abrieron las puertas de Tipos Infames. Así fue como se convirtieron en “libreros del siglo XXI”:

“Un buen librero es aquel que te contagia ese entusiasmo, ¿no? Es aquel que es como un cesto8 de cerezas, que intentas sacar una y no puedes sacar una, sacas varias, vas creando afinidades selectivas y afectivas con los escritores, que te ayuda, que te guía un poco, o te ayuda a descubrir o te descubre libros que ni siquiera sabías que existían… También tienes que intentar, dentro del contexto actual, no quedarte solo en la venta de libros porque, lamentablemente, muy pocos aguantan9 así. Tienes que ofrecer algo más, tienes que diversificar la actividad. Nosotros hemos creado un espacio en el que suceden cosas… Funciona, muchas veces, más como centro cultural que como librería al uso”.

¿Uno de los secretos de su éxito? En Tipos Infames puedes tomarte un buen vino mientras paseas entre los libros o incluso puede llevarte los libros a una de las mesas. Nadie te mirará mal. No es un lugar sagrado, ni una biblioteca. Es mejor.

“Creo que libros y vinos están asociados a una misma idea de la cultura como disfrute; no tiene que ser esa idea de la alta cultura como algo aburrido”.

Curro confiesa que trabajar allí es como “intentar cabalgar10 un tigre y tocar el violín”. Además de la organización, los pedidos, preparar los desayunos, los cafés, las conferencias, las catas de vino11 e inaugurar las exposiciones de su planta de abajo, hay que asesorar12 a los clientes con los libros… Pero esa es su parte favorita:

“Realmente es eso: la parte del librero más bonita es poder contagiar13 tu entusiasmo por los libros a otras personas, y que ellos también… Yo he descubierto muchos libros gracias a los clientes”.

La clientela que va a la librería es variopinta14, sin límites de edad ni de estilos, ni de nada. En Tipos Infames puede entrar desde un hipster de 70 años hasta una vecina del barrio de toda la vida15.

La amistad entre los tres es inquebrantable, y la anteponen a la librería sin dudarlo ni un segundo:

“Somos muy muy complementarios y discutimos mucho, discutimos muchísimo, pero no nos enfadamos. Y es que es raro, porque yo me paso aquí 12 horas al día con ellos y cierro el local y lo que me apetece es ir a tomarme una caña16 con ellos, irme de vacaciones con ellos e irme a comer con ellos…”.

¿Y por qué Tipos Infames? El nombre viene por un cuadro que Curro descubrió en una exposición17 sobre Rimbaud, del pintor Henri Fantin-Latour:

“Había un cuadro que se llama La mesa en el cual salen Verlaine, sale Rimbaud y un grupo, una peña literaria18 de aquellos momentos; y entonces, en la traducción de la cartela19 lo habían traducido como Tipos infames, y me hizo mucha gracia y fui a ver a Gonzalo, que por entonces trabajaba en la librería, y le digo: ‘Gonzalo vengo de la exposición de Rimbaud y ya tengo el nombre’, y dice: ‘No me lo digas’. Y el tipo sacó una libretita y lo tenía apuntado con bolígrafo rojo, y dice: ‘Tipos Infames’;y yo dije: ‘¡Ah, pues sí!’. Y no hubo vuelta atrás20”. Y no hubo vuelta atrás, afortunadamente.

TRES LECTURAS NADA INFAMES

Pedirle a un apasionado lector que te haga una lista de sus libros favoritos es casi una utopía. Curro elige tres de los libros que le marcaron1. Aquí va su confesión:

Rayuela, de Julio Cortázar: “Es un libro completamente nuevo, como los libros de Elige tu propia aventura, marca mucho cuando lo lees. Coincide con el momento en el que te enamoras de todo el mundo que pasa cerca de ti, con el momento en que descubres la música, las ciudades…, y a Cortázar”.

El primer hombre, de Albert Camus: “Es un libro luminoso, ético. Cuando estás intentando guiar2 tu propia vida te da claves3 para manejarte. Un homenaje a su infancia en Argelia, al profesor que le descubrió los libros. De hecho, cuando Camus ganó el Nobel se lo agradeció a él”.

Tiempo de vida, de Marcos Giralt: “Es justo lo que le pides a un libro: tiempo de vida, de intensidad; y ese libro lo tiene a borbotones4, a pesar de ser una historia de una pérdida. Y, a pesar de todo, el protagonista se reconcilia con sus padre. Un libro que habla de los conflictos entre padres e hijos con una luminosidad emocionante”.

Más información en www.tiposinfames.com

 


 

* Texto publicado en el número 37 de la revista Punto y Coma       

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