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NIÑOS DE ALTAS CAPACIDADES

Eva y David son hermanos. Desde muy pequeños sus padres comprendieron que eran “especiales”.

Aprendieron antes que otros niños a caminar, a hablar, a mantener conversaciones coherentes, a apasionarse por los mapas, por la música. Eran niños denominados de “altas capacidades”. Hace veinte años, cuando los padres de Eva y David comprendieron esto, se dieron de bruces1 con la inexistente ayuda del Estado español. Ahora la cosa parece que está cambiando, pero muy poco a poco…

Adolfo, el padre de los niños, cuenta que su hija mayor fue la primera en destacar2 con su precocidad3. Sin embargo, tras hacerle varias pruebas a la niña que confirmaron que era de “altas capacidades” empezaron a encontrarse con la cruda realidad4.

En el colegio, el psicólogo les dijo que no pensaba tomar medidas y no hicieron caso a5 los padres de Eva.

«Y bueno, pues nos empezamos a buscar la vida. Ya en aquella época empezaba a funcionar una de las asociaciones de Madrid  a nivel nacional más importantes: AESAC (Asociación Española de Superdotación6 y Altas Capacidades), entramos en la Asociación, yo he sido secretario durante ocho años… asociándonos con otros padres para entender un poco lo que pasaba, intentar tener también algún tipo de ayuda, hacíamos actividades para los chavales7 que, bueno, en el caso concreto de mi hija le encantó y que le sirvió muchísimo».

Esta experiencia fue tan positiva, que los padres de la Asociación decidieron formar un grupo de actividades pagado por ellos mismos, sin contar con ninguna ayuda del Estado. Y esto es algo muy parecido a lo que hoy hace la Comunidad de Madrid.

Eva y David, los hijos de Adolfo, tenían caracteres diferentes. Ella era extrovertida, con grandes habilidades sociales y ganas de hacer muchas cosas. David era más pequeño (se llevan siete años), más sensible, introvertido, mucho más tímido8 y sufría pánico ante la idea de sentirse diferente.

Como comenta el director del colegio Areteia, Luis García Carretero, ponente en el congreso La otra cara de las altas capacidades, que tuvo lugar en el Caixaforum de Madrid en octubre de 2017:

Yo creo que uno de los prejuicios más relevantes sobre las altas capacidades es pensar que un niño con altas capacidades deja de ser un niño; y un niño con altas capacidades es, simplemente, un niño. Creo que esa es una de las cuestiones, uno de los prejuicios que, en la medida en que desterremos9 antes los docentes10, asumir que son niños y que tienen las necesidades de cualquier niño pero que tienen además un potencial de aprendizaje mayor. Y en ocasiones, como consecuencia de esa capacidad intelectual mayor, es verdad que sus intereses, es verdad que sus aficiones11, es verdad que sus gustos tienden cada vez más, a medida en que se acercan a la adolescencia o preadolescencia a diverger12 más de la del resto de alumnos de su grupo de edad. Cuando son pequeños los niños confluyen13 en el juego, en la medida en que van creciendo los intereses, se van haciendo dispares14; y es verdad que en esa disparidad de intereses del alumno superdotado frente al resto de alumnos es donde  empiezan a surgir, en ocasiones, pues esos desajustes15 en la interacción social”.

*Este es un extracto del texto original publicado en la revista de ELE Punto y Coma. El texto completo en PDF con actividades está disponible en la tienda online de la editorial Habla con Eñe.

* Encontrarás el reportaje completo en el número 70 de la revista Punto y Coma