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LAS PATRONAS, MUJERES QUE AMANSAN A LA BESTIA

Como una cicatriz2 entre los campos de caña de azúcar, el tren de mercancías cruza Veracruz. Viene del sur y se dirige a la frontera norte de México. Sobre él, cientos de migrantes de Centroamérica se juegan la vida3 cada día para alcanzar el mal llamado sueño americano. A medio camino de esta pesadilla y con La Bestia4 en marcha, un grupo de mujeres les tiende su mano5 para darles comida y agua diariamente. Son Las Patronas, Premio Nacional de Derechos Humanos 2013 en México.

Bernar y su hermana no sabían que aquella mañana de 1995 su vida cambiaría para siempre. Regresaban de comprar pan y leche para el desayuno, cuando el paso del tren por su pequeña comunidad, La Patrona, cerca de Amatlán de los Reyes (Veracruz), detuvo su camino. Un hombre, desde uno de los vagones6, les gritó: “Madrecita, tenemos hambre, dennos algo de comer, agua”. Ante sus ojos, fue pasando el convoy y los gritos desesperados de aquellos hombres que extendían sus manos. Paralizadas, no sabían qué hacer. No fue hasta el último vagón que, casi por impulso, Bernar y su hermana les entregaron lo que llevaban. Asustadas ante la reprimenda7 que les esperaría en casa por no haber llevado el mandado8, regresaron con las manos vacías. Sin embargo, Leónida, su madre, La Patrona abuela, y el alma de esta historia, les dijo: “Estos hombres no son mexicanos, deben venir de lejos. Tenemos que ayudarlos. Para mañana, cocinaremos lo que tengamos y se lo llevaremos hasta las vías del tren”. Así comienza esta historia de solidaridad que este año ha sido premiada por la Comisión de Derechos Humanos de México.

“En aquel tiempo, Centroamérica era un lugar muy lejano y aún no se conocía a este tren como La Bestia, sino como el tren de las moscas porque en él iban cientos de personas pegadas9 como insectos a sus hierros”, recuerda Toña. Aún quedaban muchos años de solidaridad anónima para que este grupo de mujeres campesinas10 recibieran el reconocimiento que merecían y fueran llamadas Las Patronas, en honor a la ranchería11 donde viven. 

Aquella noche, las mujeres de la familia cocinaron hasta cuarenta raciones de frijoles y arroz. Dieciocho años después, y sin faltar ni un solo día, han llegado a hacer comida hasta para quinientos migrantes. “Da igual que sea Navidad o Año Nuevo, el tren no deja de pasar”.

 
*Este es un extracto del texto original publicado en la revista de ELE Punto y Coma. El texto completo en PDF con actividades está disponible en la tienda online de la editorial Habla con Eñe.

* Encontrarás el reportaje completo en el número 46 de la revista Punto y Coma