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El amor nuevo de Jorge Gay en el mausoleo de los Amantes de Teruel
El amor nuevo de Jorge Gay en el mausoleo de los Amantes (Teruel).
 

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En 1555, durante las obras de reforma de una capilla de la Iglesia de San Pedro de Teruel (España), se descubrieron dos momias enterradas1 juntas, y con ellas, un antiguo documento donde se narraba su desdichada2 historia. Fue el inicio de una de las leyendas más románticas de la tradición española: Los amantes de Teruel, la tragedia de un amor sólo unido tras la muerte.

LA LEYENDA DE LOS AMANTES

Nuestra historia tuvo lugar en el año 1217, en Teruel, capital del arte Mudéjar3, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Los protagonistas fueron dos jóvenes que, poco a poco, descubrieron como la amistad que les había unido desde pequeños se  convertía en un sentimiento mucho más fuerte: amor.

Pero como en las grandes tragedias de la literatura clásica, su pasión se verá interrumpida4 por diferencias económicas. Ella, Isabel de Segura, pertenecía a una de las familias más ricas de la ciudad. Por contra, él, Juan Diego Martínez de Marcilla, sólo era el segundo hijo de nobles empobrecidos. Cuando el joven Diego ganó suficientes fuerzas para pedir a Don Pedro Segura la mano5 de su hija, éste le rechazó alegando6 que no tenía las riquezas que su hija se merecía7, puesto que la fortuna familiar sería para el primogénito de los Marcilla. Sólo la insistencia8 de Isabel hizo cambiar de opinión a Don Pedro y concedió9 a Juan un plazo10 de cinco años para juntar el dinero necesario. De esta forma, el joven partió11 a la guerra mientras que su amada se quedaba contando los días que pasaban eternos hasta su regreso. Durante todo ese tiempo, Don Pedro mantuvo su empeño en12 casar a su hija con alguien digno y, a falta de unos días para que concluyera el plazo, la convenció para que aceptase en matrimonio a D. Pedro Fernández de Azagra, hermano del señor de Albarracín (ciudad de Teruel situada en la Sierra de Albarracín y declarada Monumento Nacional desde 1961).

La casualidad13 quiso que el mismo día propuesto para el enlace14 fuese el del regreso de un triunfante Marcilla, que, al entrar en la ciudad, escuchó como repicaban15 las campanas de boda16. Al enterarse de que era su querida Isabel, por quien tan valerosamente17 había peleado batalla tras batalla, se fue corriendo hacia el lugar donde se celebraba el enlace. Cuando ambos se encontraron, Juan le pidió un beso de despedida que ella, mujer casada, se negó a18 darle para no atentar contra19 su honor. En ese momento, Juan, con el corazón roto, cayó muerto a sus pies.

Al día siguiente se celebró el entierro20 en la Iglesia de San Pedro. Durante la ceremonia, una dama cubierta21 se acercó al joven Juan y, tras descubrir su cara, se reclinó22 para darle un beso. Ya no volvió a separarse de él. Era la bella Isabel, que no pudo soportar el daño causado a su amado y abandonó la vida rozando23 sus labios. La ciudad, conmocionada24 ante lo que acababa de ocurrir, decidió enterrarlos juntos para que, por fin, pudieran descansar eternamente unidos.

LAS REPRESENTACIONES DEL AMOR

Versos25, óperas, esculturas y cuadros han intentado captar la esencia de una gran historia de amor que ha conquistado los corazones de la gente desde que se dio a conocer a mediados del siglo XVI. Entre ellos se encuentra la gran obra del pintor Antonio Muñoz Degrain (1840-1924), maestro de Pablo Ruiz Picasso, que se puede contemplar en el Museo del Prado de Madrid. El lienzo representa a una doliente26 Isabel, ya fallecida, abrazando el cuerpo sin vida de su amado.

En un tono más cubista y colorido, el pintor zaragozano Jorge Gay (1950), también se inspiró en los amantes al realizar su cuadro llamado El amor nuevo, que puede verse en el mausoleo de los Amantes, situado en Teruel, junto al boceto27 del cuadro de Degrain. Pero sin duda, la pieza estrella de este edificio creado para honrar la memoria de los enamorados, es la escultura de alabastro28 creada por Juan de Ávalos (1911-2006). En ella se representan las figuras de Isabel y Diego con las cabezas inclinadas ligeramente una hacia la otra y con la mano izquierda de ella extendida hacia la de él, sin apenas rozarla, como símbolo de su amor imposible. Bajo estas figuras reposan sus restos, sobre dos cajas de celosía labradas29 en alabastro.

Además, la ciudad que los vio nacer celebra cada año las “Bodas de Isabel Segura”. En estas fiestas, los turolenses30 se trasladan31 al siglo XIII llevando trajes medievales y participando en representaciones teatrales del drama.

La música también se ha acordado de ellos. El compositor salmantino32 Tomás Bretón (1850-1923) les dedicó una ópera en 4 actos que fue estrenada en Madrid en el año 1889. Por último, la literatura ha querido honrar su memoria33 con varias obras de teatro que narran la historia de los enamorados. Entre las más famosas se encuentra Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), que cerró su obra con la despedida de Isabel que resume todo lo que fue su historia: “El cielo que en la vida nos aparta nos unirá en la tumba”. 


 

Reportaje publicado en el número 6 de la revista Punto y Coma

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