desde nivel B2 / ciencia / reportaje / Raúl de la Flor / ilustración: Joan Sanz
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MENTES DE CRISTAL
Imagínate que, después de llevar una vida completamente normal, un día llegas a la conclusión de que eres inmortal, de que eres Dios. Al principio, te sientes todopoderoso,1 pero un día te das cuenta2 de que en realidad eres el monstruo responsable de todas las desgracias3 y los males del mundo. Y entonces, deseas morir porque no puedes soportar4 la culpa.5 O imagínate que después de llevar dando clase6 toda tu vida, un buen día te das cuenta de que tus alumnos son agentes del Gobierno cuya misión es controlar lo que dices en clase. Y entonces te encierran7 para estudiar tu cerebro. Logras salir del laboratorio en el que te tienen encerrada, pero el Gobierno no quiere perderte la pista8 y crea una red9 de cámaras colocadas en los semáforos,10 helicópteros de vigilancia11 y miles de agentes que controlan cada paso que das. Justo cuando dabas a conocer12 tu caso a la opinión pública, el Gobierno, desesperado13 y acorralado,14 decide invadir Irak para desviar la atención15 del mundo entero. O imagínate que te han implantado un chip en el cerebro para saber en todo momento lo que estás pensando. Imagínate por un momento que te persigue el Demonio.Ahora, imagínate que no estás imaginando. Que en este instante sientes el aliento16 de la Bestia detrás de tu nuca.17 Que sus secuaces18 han venido a encerrarte. Y entonces te llevan a un sitio donde te dicen que lo que ves no es real. Que lo que sientes no es real. Y es cuando tu mente acaba sumida19 en un pozo20 profundo y oscuro, del que parece que nunca va a poder salir. Si tienes suerte, consigues ver la luz y reencontrarte21 con tu anterior vida, como si todo hubiera sido una larga y tediosa22 pesadilla.23 Sin embargo, suele ocurrir que el Demonio y el Gobierno te estaban engañando, para que te confiases,24 y te hicieron creer que la persecución era producto de tu mente. Y por fin te das cuenta de que su cerco25 y su vigilancia eran tan reales como el papel que tienes en tus manos. Y vuelves a caer en el pozo. Y vuelves a salir al cabo del tiempo.26 Pero ahora todo es más confuso y cada vez es mayor el cansancio, cada vez te cuesta más pensar; notas que tu mente se va debilitando.27 Tu vida anterior, el mundo que te rodeaba antes de la crisis va desapareciendo. Ya no vales para28 hacer tu trabajo, a tus amigos no quieres verlos, tu familia se va reduciendo, hasta que sólo unos pocos familiares son capaces de aguantarte.29 Y no les culpas, porque les has dicho cosas horribles, porque a veces te has mostrado violenta con ellos. Pero es que ha habido momentos en los que también tus seres queridos estaban en contra30 tuya y a favor del Gobierno o poseídos31 por las fuerzas del mal.32 Tu vida consiste ahora en un encierro sin fin, rodeada de dementes33 y celadores.34
Un buen día un tipo con bata35 blanca trata de explicarte lo que te pasa. ¡Manda huevos!36 Te dice que tienes esquizofrenia porque llegaste en estado de psicosis, delirando,37 diciendo incoherencias. Después de un tiempo te tranquilizaste pero te costaba hablar, te costaba concentrarte; y cuando te dieron esas cartas38 para que las ordenaras por formas o colores, lo hacías peor que los demás. Te dicen que tu caso no es tan raro: uno entre cien. Te explica que tu cerebro es más delicado39 que el de los demás, que tenías una predisposición genética a sufrir lo que has sufrido; y que no sabe explicarte qué ha desencadenado40 la crisis puesto que suelen intervenir41 multitud de factores. Te dice que es normal que tu primera crisis coincidiera con la compleja travesía42 de la adolescencia a la madurez.43 Te cuenta que la manera de comunicarse de tus neuronas es distinta a la de una persona normal; que pensamientos y percepciones se funden en tu mente para crear una realidad diferente. Te explica que ahora ha podido rebajarte44 la dosis de tranquilizantes,45 pero no puede quitarte de los antipsicóticos porque aumentarían los riesgos de otro brote46 psicótico. Tú le dices que las pastillas47 que te dan hacen que tu cuerpo se mueva de forma descontrolada, que te sale leche de los pezones48 y que te hacen engordar;49 que cómo vas a estar tomándolas toda la vida. Él te contesta que no te quejes, que antiguamente50 te extirpaban51 trozos de cerebro o te daban violentas descargas52 eléctricas, o simplemente te encerraban. Tú no quieres volver a caer en el pozo otra vez, pero quieres volver a ser la persona que eras antes. Las pastillas que te dan no lo hacen más fácil, pero si dejas de tomarlas te expones53 a que vuelvan tus demonios. Es tan difícil. Es tan duro. Y ya no puedes ni con tu alma.54
De vez en cuando te encuentras con alguien que intenta que vuelvas a tener una vida. Te han contado que la mitad lo consiguen.55 Pero ¿y si te ha tocado ser de la mitad restante,56 la que se va alejando57 más y más de la persona que era? Y tu cansancio se va acumulando día tras día. Además te cuesta dormir. Hay que ser muy fuerte para seguir aguantando; te gustaría poder escapar de tu propia mente para descansar. Quizás cortándote las venas58 consigas descansar, para siempre. Hay que ser muy resistente59 para seguir adelante. Te han dicho que tu mente es de cristal, porque era delicada y se rompió de un golpe. Lo que no entienden es que tu mente también es dura como el cristal, tiene que serlo para aguantar tanta presión sin reventar.60 Pero ¿cómo explicárselo? ¿Cómo hacerles entender el sufrimiento61? No sólo el tuyo propio, sino también el de los que te rodean,62 y sobre todo el de los que te quieren. Y encima la gente te desprecia63 y se ríen de ti o eres causa de vergüenza.64 No sabes muy bien qué has hecho, pero la sociedad te rechaza65 como a una apestada;66 y se inventa que eres una persona más peligrosa que las demás y crea toda una mitología en torno a67 los que son como tú; o como tu hijo, o como tu amigo, o como tu vecino; o cualquiera de ese uno por ciento de la sociedad. O quizás todo esto te lo hayas imaginado y seas parte del 99 por ciento restante que forma esa sociedad a la que tanto le cuesta aceptar a las mentes de cristal.
