desde nivel B2 / literatura / Por Clara de la Flor
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JUAN VICENTE PIQUERAS, PREMIO LOEWE DE POESÍA

A ratos poeta y a ratos profesor de español, Juan Vicente Piqueras eligió a la editorial de español como lengua extranjera Difusión para publicar su poemario1 Yo que tú2, un manual de gramática en forma de verso y toda una declaración de principios.

Dice que escribe para “irse de la lengua3” y se declara un escritor a posteriori. Él va uniendo versos y después compone los libros de poemas. Así nació Yo que tú: juntó todos sus poemas de tema gramatical, tiró los peores y decidió publicar los que pensó “que podían servir a alguien”. Hoy tiene más de diez poemarios publicados, dice que ha pasado de ser un autor desconocido a ser reconocido y, como la mayoría de los poetas, combina su devoción, la poesía, con su oficio4. Es jefe de estudios del Instituto Cervantes, profesor de español, traductor y locutor5. Para él todas estas cosas son variantes de lo mismo, del amor por la lengua.

Sorprende encontrarse con un libro tan conmovedor6 en una editorial de ELE. ¿Echando la vista atrás, crees que tu decisión fue acertada? ¿Ha llegado este libro a quienes tenía que llegar?

Un libro es como el mensaje que un náufrago7 lanza al mar en una botella esperando que llegue a alguien, pero te quedas esperando sin saber si llega o no. Hay amigos que me reprueban8 el no haber editado el libro en una colección de poesía, pero mi intención era sacar la poesía de sus círculos cerrados y llevarla a las aulas de ELE. No sé si lo he conseguido.

Fuiste el Premio Loewe de Poesía 2012. ¿Cómo ha influido este galardón en tu carrera poética?

Cuando el éxito te llega, como a mí, después de los 50 y viviendo en Argel, te lo tomas con mucha humildad y con mucha calma. Es un reconocimiento y eso alienta9 y se agradece, pero yo tengo muy claro que no soy nadie y que un poeta está siempre partiendo de cero10.

La poesía es lo más complicado de leer para un nativo. ¿Cómo animas entonces a tus alumnos de español a leer poesía?

Creo que la poesía no es ese género excelso11 que algunos hierofantes12 de la literatura quieren hacernos creer, sino una necesidad del idioma y del hablante. Todos hablamos en verso sin saberlo. Todos usamos metáforas en el habla cotidiana. Cuando decimos “estoy entre la espada y la pared13 o se me cayó el alma a los pies14” estamos usando un lenguaje poético sin saberlo. El idioma es pura poesía. Cada palabra es un poema. Y el alumno que empieza a aprender una lengua está muy cerca de la infancia (suya y del idioma) y, por tanto, de la poesía.

¿A qué grandes poetas en español se pueden enfrentar los alumnos y profesores de ELE?

Tenemos la suerte (profesores y alumnos) de que la tradición poética española e hispanoamericana esté llena de poetas con puertas a la calle, es decir, poetas que permiten al que no ha leído poesía que empiece a hacerlo, por su sencillez, su emoción, su capacidad sensual y seductora con el lenguaje. Antonio Machado, José Martí, Pablo Neruda, el César Vallejo de los poemas humanos, Miguel Hernández, Manuel Machado, Borges, Oliverio Girondo, García Lorca, Luis Cernuda, Nicanor Parra, Carlos Edmundo de Ory, José Hierro, Gil de Biedma, Ángel González, Félix Grande, Francisca Aguirre, Luis Alberto de Cuenca, Jesús Aguado, Darío Jaramillo, Jaime Jaramillo… y muchos más, no podría nombrarlos a todos.

¿Les recitas poemas a tus alumnos? ¿Tienes algún poeta o poema predilecto15 para recitar?

Por supuesto que les recito y les regalo poemas a mis alumnos. Es como llevar pasteles a clase. Los he visto emocionarse con Cernuda o Miguel Hernández. Los he visto llorar escuchando la voz de José Hierro leyendo Lope, la noche, Marta o El pasaporte. Los he visto reírse con No tiene título, de Carlos Edmundo de Ory, o aprenderse de memoria el Romance del prisionero o La casada infiel, de Lorca. La poesía es una fuente de motivación y de emoción constante para los alumnos.

Los versos de Yo que tú son directos y emocionantes, muchos de ellos encierran lecciones de vida, como el verso de “Sal de ti”, que dice: “No mendigues16 jamás lo que mereces. Por ejemplo, el amor”. Bajo los poemas de este libro se adivina un hombre que exprime17 lo que la vida le ofrece. A su vez, el poeta valenciano juega con la gramática, el léxico, el doble sentido y la literalidad de una frase hecha. Las poesías de Yo que tú tienen ritmo y sonoridad, además en esta edición los poemas están recitados, y bien recitados, por el propio autor.

Dice Lourdes Miquel que en este libro eres simbiosis de profesor y poeta, y te llama profeta. Qué bonito, ¿no?

Lourdes Miquel es, no solo una de las pioneras, con Neus Sans, en la enseñanza de ELE, sino una muy buena escritora y una persona espléndida y ocurrente18 que llega, en un alarde19 de exageración y un juego de palabras de los que tanto nos gustan a los dos, a llamarme profeta. Un regalo precioso.

¿Siempre te sentiste poeta?

Poeta se nace, creo, pero también se hace. Siempre sentí una especial fascinación por las palabras y he vivido siempre bajo su poder.

¿En qué momento de tu vida te sentiste profesor de español?

Me sentí profesor el día que empecé a dar clases de español a alumnos extranjeros, en primavera del año 1984, y vi que me encantaba. Fue en Valencia, en la academia CILCE, y guardo un recuerdo agradecido de aquella época. Desde entonces es mi oficio y mi obligación, así como la poesía es mi devoción.

Dices que “a menudo el que se equivoca está reinventando la gramática, incluso corrigiéndola”. ¿Qué palabras tuyas o de tus alumnos reivindicarías20?

Reivindico los verbos inolvidar, indecidir, el gerundio reciennaciendo, la forma verbal habemos, todas las invenciones y todos los errores creativos del mundo.

Hijos de Babel es una de las poesía que hemos elegido por razones obvias. ¿Hay algo que quieras decirle a nuestros lectores, profesores y alumnos de español como lengua extranjera?

Lo que digo en ese poema es ya una declaración de amor, pero ya que me lo propones voy a añadir un abrazo a todos los que andamos en esta aventura.

“Es grave tener que comprender lo que se odia”, este verso me ha inquietado21.

No me extraña. Pero así es la vida: te obliga a comprender lo que odias. No a asentir22 ni a resignarse, pero sí a intentar entender, a aceptar lo hostil, lo adverso. Vivir es aprender a convivir con cosas que detestas.

En Yo que tú te quejas de los que se quejan, invitas a mirar a la vida de frente, a perseguir lo que uno quiere, le cantas al amor… Es un libro positivo y tiene un gran sentido del humor, pero a la vez es duro.

A la entrada de la edad adulta debería haber un cartel que dijera: “PROHIBIDO QUEJARSE”. Para quejarse ya está el cante jondo23, la canción napolitana, la poesía elegíaca, las hojas de reclamaciones24, etc. En la vida cotidiana la queja no solo no sirve de nada, sino que envenena el aire. A partir de un momento tenemos la obligación de saber que somos responsables de todo lo que nos ocurre.

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Poesías Yo que tú e Hijos de Babel


 

* Texto publicado en el número 45 de la revista Punto y Coma       

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